La leche de vaca está diseñada y concebida para alimentar al ternero durante la primera parte de su vida. La proporción de sus nutrientes está adaptada al rápido crecimiento del ternero. Los humanos crecemos mucho más lentamente en cuanto a estructura siendo el desarrollo cerebral más rápido y complejo, y la leche adecuada es la materna con calcio y demás componentes en su justa proporción para cada momento del crecimiento.
Las moléculas de la leche de vaca se consideran macromoléculas que sutilmente van dañando el intestino humano. No estamos adaptados para digerir con pleno éxito semejantes moléculas.
Y además según vamos cumpliendo años, dejamos de fabricar la lactasa, que es la encima que se encarga de metabolizar la lactosa. Se trata de un sabio aviso saludable de nuestro cuerpo.
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